El covid vuelve a subir a niveles preocupantes

Voces expertas alertan que la transmisión ahora mismo «altísima» y piden no bajar la guardia con los colectivos más vulnerables

Cuando parecía que la pandemia quedaba olvidada, vuelve una nueva ola impulsada por la elevada transmisión de las nuevas subvariantes de ómicron, la BA.4 y la BA.5, que encadena ya dos semanas en ascenso. Estos días es habitual tener algún conocido o del mismo entorno familiar que ha pasado el virus o está ahora mismo contagiado. Las voces expertas en epidemiología coinciden a indicar que España, y la Comunidad Valenciana, se han sumergido ya en la que sería la séptima oleada del coronavirus, que han bautizado como «fantasma» porque se ha instalado de manera encubierta y silenciosa.

El protocolo del gobierno español para gestionar la pandemia imposibilita hacer una radiografía precisa del escenario epidemiológico actual. El recuento oficial de casos solo toma en consideración los contagios de la población mayor de 60 años y esto deja fuera de la estadística una gran cantidad de infecciones. En la última la incidencia acumulada en la Comunidad Valenciana era de 495,85 casos por cada 100.000 habitantes. Una cifra bastante por debajo de la media estatal (755,71) pero que, en cualquier caso, no refleja la circulación real del virus entre la población, que ya no comunica la gran mayoría de positivos.

La venta de test de antígenos en las farmacias puede ser un elemento más que ayude a medir el impacto real de la nueva ola. Los farmacéuticos aseguran que no han dejado de vender estos tipos de pruebas en los meses en que el coronavirus ha sido más dormido, pero avisan que estas últimas semanas el repunte es extraordinario. Han pasado de dispensar en torno a los 400 en el mes, a los casi 700, una cifra que casi duplica el anterior.

Para los meses que vienen, los especialistas piden no bajar la guardia y continuar adoptando las precauciones necesarias, especialmente en cuanto a la población más vulnerable. A las personas contagiadas los recomiendan que, a pesar de no estar obligadas a aislarse, sean prudentes y reduzcan al máximo los contactos sociales, especialmente en un momento en que la mascarilla ya ha pasado a la historia en casi todos los entornos y la interacción entre personas es muy alta, prácticamente igual que antes de la pandemia.