El salón de plenos se llena para rendir un emotivo homenaje al maestro Leonardo Casadó Carrión
El salón de plenos se quedó literalmente pequeño para acoger el homenaje que familiares y allegados dedicaron Leonardo Casadó Carrión, maestro nacional de profesión, que desarrolló su labor educativa en Cheste cuando todavía no había ningún centro de educación secundaria en la localidad.
Casadó, junto a otros maestros, daba clase por las tardes al alumnado que tenía interés en continuar su formación con estudios superiores en alguno de los cuatro institutos que por aquella época existían en la Comunidad, como el de Requena. Además, el maestro también fue una persona activa en la vida cultural y artística de su tiempo.
“Este homenaje nace de una casualidad; durante la semana cultural que el colegio Giner de los Ríos organiza cada año, los niños y niñas recitaron en el Liceo un poema que a todos y todas nos llamó la atención: El nido bajo el alero, romacillo de fe y esperanza, de Leonardo Casadó”, apuntaba la concejala de Cultura, Mª Ángeles Llorente, durante la presentación del acto. “Fue su hija Pilar la que, al finalizar el recital, me contó a cerca de los muchos materiales de su padre que aún tenía recopilados en cajas y, como solemos hacer normalmente en este equipo de gobierno ante cualquier posibilidad de recuperar espacios de historia, les propuse seleccionar parte de esos materiales para ver si podíamos editar algunas cosas y organizar un reconocimiento”.
En el acto participaron, Carlos Casadó, nieto de Leonardo; Rosi Casadó en nombre de Leonardo Albert Casadó, sobrino del homenajeado que no pudo asistir; Pepe Marín, en calidad de alumno; y Pilar Casadó, hija del maestro. Además de ellos, otros amigos de Leonardo compartieron sus recuerdos junto a él con las personas asistentes.
Recorrido por la aportación literaria, teatral y personal de Leonardo Casadó Carrión
Carlos Casadó Tarín dedicó sus palabras a recorrer la vertiente literaria de su abuelo,“hoy estamos aquí para compartir con vosotros y vosotras matices y curiosidades que quizás con la vida diaria que mi abuelo llevó algunos no pudisteis conocer”, apuntaba Casadó.
Tal y como explicó el nieto del maestro, “se hallaron las dos novelas que finalmente se han editado para que no quedaran en el olvido y se pudieran compartir con la gente del pueblo”. Estas novelas son Tierra adentro y La trampa y el dragón, en las que el autor trataba diferentes temas de la época, como la amistad, la Iglesia, el problema del agua o la figura de los zahoríes, entre otros.
Tras esta aportación fue el turno de Rosi Casadó, que leyó un escrito en nombre de Leonardo Albert Casadó, sobrino del homenajeado que tuvo con ausentarse por motivos de salud. Sus palabras se dirigieron hacia la vertiente personal de su tío, destacando “su admiración hacia él en todas las etapas de su vida” y describiéndolo como “un maestro sencillo dispuesto a poner su granito de arena para extender la cultura, tanto dentro como fuera de las aulas; un gran conocedor de las personas que le rodeaban y una persona siempre dispuesta a ofrecer unas palabras justas con paciencia y serenidad”.
Por su parte, Pepe Marín, alumno del homenajeado, contó algunas anécdotas vividas con su maestro. “Yo era un chico muy tímido y Leoonardo a los 7 u 8 años me hizo recitar una poesía. Él me enseñó a gesticular y, entre sus consejos y trucos, recuerdo cómo me decía que la poesía había que vivirla y que cuando saliera a recitar tenía que dirigir a mi público hacia donde yo quisiera que fueran. Por otra parte, ahora, al leer sus libros he disfrutado mucho de los personajes, a los que Leonardo supo transmitir una mezcla de todo aquello que nosotros vivimos con él”.
Por último, Pilar Casadó incidió en la gran afición que su padre y ella compartieron, el teatro. “La primera vez que el dirigió en Cheste fue la zarzuela Los gavilanes, que se hizo en el Goya; la parte musical la dirigió Enrique Ortí y la parte hablada, mi padre. Luego se repitió, en el Liceo”, explicaba la hija de Casadó. “La disposición de mi padre para el teatro correspondía con su intención de colaborar con quien se lo pidiera, por eso muchas de las actuaciones sirvieron para recaudar fondos con objetivos como arreglar el órgano de la iglesia, empezar a poner la calefacción en el colegio Giner de los Ríos o ayudar a la Banda la Lira. A mi padre nunca lo vi ocioso, los reveses de la vida los llevó con serenidad y los triunfos no rompieron su naturalidad, supo multiplicar los talentos que la providencia le otorgó; su ejemplo junto con el de mi madre ha sido la mejor herencia que tenemos”.
El broche final a estas emotivas palabras lo puso una de las nietas de Leonardo, Mari Paz, leyendo dos poemas breves que su abuelo dedicó a su familia.